El cielo se tiñe de negro
y la esperanza brilla por su ausencia.
Un sueño apocalíptico
dicta mi sentencia.
La desesperación se adueña de mí,
lanzándome a correr sin rumbo fijo.
El barro en mis pies me impide seguir,
todo se transforma en laberinto.
El sudor en mi cuerpo una vez más,
la oscuridad que me impide divisar.
A veces me suelo preguntar:
Los días felices ¿cuándo llegarán?
Mal sueño. Mal sueño.
Unos ojos misteriosos que me observan,
demonios y gnomos propios de la hez.
El tiempo que día a día arruga mi tez
y los días felices que nunca llegan.
Mal sueño. Mal sueño.
Mal sueño. Mal sueño.